La primera semana de vida del bebé puede revelarnos datos muy importantes que permitirían diagnosticar algunas enfermedades severas con desenlace fatal en los bebés. Según las estadísticas facilitadas en el estudio de la revista electrónica The Lancet, al año mueren cuatro millones de bebés durante sus primeros 28 días de vida, el 75% de estas muertes se dan durante la primera semana de vida. Evidentemente la mayoría de las muertes suelen producirse en los países subdesarrollados en los que no se contemplan este tipo de diagnósticos cuando nacen los bebés. La identificación de siete síntomas clínicos permitiría detectar a tiempo las posibles complicaciones y atender de forma adecuada a los recién nacidos. Según los expertos, las tasas de mortalidad infantil se reducirían considerablemente. Síntomas que delatan los posibles riesgos son las complicaciones de la alimentación, que el bebé sólo se mueva cuando se le estimula, que la temperatura corporal se sitúe por debajo de los 35,5 º C o por encima de los 37,5º C, que sufra convulsiones, una tasa de respiración que iguala o supera los 60 alientos por minuto o una retracción grave del esternón Sería interesante que este método de diagnóstico se implantara en todos los países subdesarrollados cuya incidencia de muerte infantil es significativamente elevada. Aunque también sería necesario proporcionar los medios y los conocimientos adecuados. En los países desarrollados la situación es distinta, además del diagnóstico general de estos síntomas, se realizan controles exhaustivos en los recién nacidos que permiten conocer el estado de salud en el que se encuentran.
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