Cada niño tiene su propia personalidad. Así como algunos niños son revoltosos y extrovertidos, otros son tímidos y retraídos. Se cogen a la pierna de mamá al entrar a un lugar nuevo o se esconden bajo su falda cuando tienen que saludar a una persona que no conocen. Es la naturaleza del niño y debemos respetarla. Forzarlo a que cambie no sería lo adecuado, ya que es su comportamiento natural, su forma de ser. Cada cual tenemos nuestra forma particular de reaccionar antes las situaciones y como padres, debemos aceptar las reacciones de nuestros hijos. Tampoco tenemos que olvidar que son niños. Es normal que los niños pequeños se sientan seguros solamente en los sitios y con las personas que conocen ya que son sus lugares y figuras de referencia. Las situaciones desconocidas les provocan cierta inseguridad que se antepone a su capacidad de sociabilización. Teniendo en cuenta esto, lo que tenemos que hacer los padres no es intentar cambiar su forma de ser y forzarlo a saludar cuando no quiere, sino brindarle la seguridad y la contención afectiva y emocional que necesita para que pueda hacerlo por él mismo. Por otro lado, la facilidad para interactuar con los demás la va dando la experiencia, haciendo que a medida que crezca el niño vaya cogiendo cada vez más confianza en sus capacidades sociales. Verás como progresivamente el niño tímido se vuelve un poco más sociable. Como he comentado antes, los padres son las primeras figuras de referencia del niño, por eso su actitud también influye en su comportamiento. Un estudio del que hemos hablado en su momento indica que el papel de la madre es clave para vencer la timidez del niño. Si bien también coincide en que un niño retraído no debe ser forzado a comportarse de una forma que no es, los padres podemos ayudarles a ser más sociables incentivándole a que juegue con otros niños, a que haga nuevos amigos y a vencer las inhibiciones. De más está decir que no debemos criticar su timidez, ni castigarle por mostrarse tímido ni contestar por él cuando le hacen una pregunta. La timidez en los primeros años de vida no es considerada un problema, sólo si persisten ciertas actitudes o el niño tiene problemas para relacionarse con los demás a partir de los 5-6 años podría indicar algún trastorno del comportamiento.
viernes, 4 de julio de 2008
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