domingo, 22 de junio de 2008

GOLPES DE CALOR: RECONOCERLOS Y ACTUAR

Las altas temperaturas mantenidas del verano pueden afectar a las personas más vulnerables. Los bebés y los niños, sobre todo los más pequeños, son muy sensibles a sufrir daños por estar expuestos a las altas temperaturas sin cuidado. Cuando las temperaturas son muy elevadas y se está expuesto al sol, se corre el riesgo de perder abundantes líquidos corporales que conducen a deshidratación, pudiendo producirse lo que se conoce como “golpe de calor”. Se produce cuando el organismo genera una cantidad de calor que no es eliminable por los sistemas de refrigeración del organismo. Esto puede ser debido a que la producción de calor corporal es excesiva, a que la temperatura ambiente es muy elevada o bien a que los mecanismos de eliminación de calor no funcionan correctamente, aunque lo más habitual es que sea por la combinación de estos 3 factores. La insolación es su forma más habitual.
Ya vimos que hay una serie de consejos que podemos seguir para minimizar el riesgo de que bebés y niños sufran un golpe de calor. Ahora nos detenemos en los síntomas asociados al golpe de calor para poder entender mejor este proceso y saber detectarlo cuanto antes y, en caso de que se produjera, cómo actuar.
Aquí desglosamos algunas claves asociadas al golpe de calor:
La insolación o acción directa del sol sobre zonas vitales del cuerpo, en especial la cabeza, puede producir un sobrecalentamiento del cerebro que conduce a que éste no funcione correctamente. Se podría comparar a lo que sucede cuando una persona sufre de fiebre muy alta.
Se da un aumento importante de la temperatura corporal (39ºC o más) y una abundante sudoración al inicio del golpe.
La insolación se acompaña de cefalea, un dolor de cabeza punzante y en casos extremos confusión y pérdida de conocimiento que requiere de ingreso hospitalario urgente.
Se acompaña de fatiga.
Se producen calambres musculares.
Se producen náuseas y/o vómitos.
Erupción cutánea: piel enrojecida, caliente y, en los casos más extremos, sin sudor.
Aumento de las pulsaciones o frecuencia cardiaca.
En algunos casos se sienten problemas para respirar y sensación de falta de aire.
Los casos más graves se producen si se permanece mucho tiempo en este estado sin tomar las medidas oportunas, y se juntarían varios de los síntomas anteriores: una piel caliente y seca, la taquicardia (aceleración del pulso), adormecimiento y pérdida de conciencia, síntomas que incluso pueden llevar al paciente a la muerte.
Si tenemos la sospecha de que los pequeños han sufrido un golpe de calor, en cuanto empecemos a notar alguno de estos síntomas hay que acudir a un centro de salud. Mientras tanto, o si hemos de esperar que la asistencia médica llegue a nosotros porque no podemos desplazar al niño, habremos de intentar reducir su temperatura corporal siguiendo algunas recomendaciones:
Buscar un lugar sombreado y fresco al que trasladar al afectado.
Aligerar la ropa para que el cuerpo se ventile.
Abanicar o ventilar el lugar para disminuir la temperatura corporal del pequeño.
Mojar al niño con agua tibia que lo refresque. Se pude colocar un paño mojado en frente, nuca, muñecas, axilas o ingles.
Ofrecerle agua para rehidratar. El contraste con un agua excesivamente fría puede ser perjudicial, por lo que conviene que esté fresca pero no helada.
Con temperaturas superiores a 40 grados se debería bañar en agua fría para intentar disminuir la temperatura hasta los 38º, momento en el que se detendría el frío para evitar una hipotermia y pudiéndose reiniciar el proceso si la temperatura volviera a elevarse.
Tener un golpe de calor o sufrir una insolación nos hace más sensibles a las condiciones calurosas durante más o menos una semana después, por lo que habrá que evitar especialmente las situaciones de riesgo.
Y no olvidar que siguiendo unas sencillas recomendaciones podremos evitar el golpe de calor en los niños, ya que, junto a ancianos y enfermos, son ellos los más susceptibles de sufrirlo.

EL SEXO DURANTE EL EMBARAZO: CUÁNDO PARAR

Como vimos ayer, en principio no tiene por qué haber impedimento para mantener relaciones sexuales durante el embarazo. Muy al contrario, el sexo beneficia a todos en esos momentos tan especiales. Sin embargo, recordemos que sí que hay algunos casos en los que el coito está contraindicado porque conlleva algún peligro para la madre o el bebé, los más habituales de los cuales pasamos a enumerar. En cualquier caso, será nuestro ginecólogo el que determinará el posible riesgo y la necesidad de detener las relaciones sexuales.
Si se presentan sangrados vaginales. Las hemorragias vaginales sin explicación pueden ser signo de complicaciones.
Si hay dolor, molestias o calambres.
Si hay goteo de líquido amniótico.
Si se producen contracciones fuertes.
Si se sufre herpes vaginal, ya que ésta y otras infecciones impiden mantener relaciones vaginales hasta que se resuelvan.
Si el ginecólogo ha determinado que es un embarazo de alto riesgo por alguna razón.
Si hay antecedentes de interrupción del embarazo sin causa es conveniente espaciar las relaciones si así lo determina el especialista.
Si hay riesgo de parto prematuro.
Si se presenta placenta previa que tape total o parcialmente el orificio del útero.
Si el cérvix está dilatado: la dilatación del cuello uterino puede facilitar la entrada de gérmenes en la cavidad amniótica.
Si es un embarazo múltiple, a partir del último trimestre las contracciones debidas al orgasmo podrían dilatar el cuello uterino y habría riesgo de parto prematuro.
Recordemos que existen formas de sexo alternativas que se podrían mantener para determinadas situaciones de peligro, y para ello nos dejaremos aconsejar por el médico especialista. El contacto entre la pareja, la comunicación y el afecto no debe de ningún modo disminuir para que el bebé se siga beneficiando de esos sentimientos que le llegan a través de su madre. Si no se da ninguno de los casos anteriores, podemos estar tranquilos y disfrutar de estos momentos especiales, también a través de las relaciones sexuales.

SIETE SENCILLAS MEDIDAS PARA PROTEGER A LOS NIÑOS DEL SOL

El mejor regalo que puede dársele a un niño en este verano son unos días de playa o piscina bien protegidos del sol. Cada vez aprendemos más de lo peligroso que es exponerse al sol alegremente. Se sabe que las quemaduras solares en la infancia aumentan el riesgo de cáncer en la piel en la edad adulta. Estar bien protegidos ante el sol es una tarea sencilla. He aquí siete sencillas pero importantes medidas a tomar para que los niños disfruten de los deseados días al aire libre:
1.Usa siempre protectores solares para bebés. Se pueden usar protectores hipoalergénicos, libre de PABA con un factor de protección solar +45. El protector debe reaplicarse varias veces al día: después del baño o cuando sudan mucho.
2.Proteger a los niños con una camiseta además de la loción solar no está de más.
3.No hay que olvidarse de la cabeza, orejas, el cuello. Sombrero, gorras que cubran la cabecita y si es posible las orejas y el cuello que son zonas muy sensibles.4.También hay que proteger los pies. Hay zapatillas para la playa que además de proteger la parte superior de los pies, protegen también la planta de la arena caliente.
5.Los niños también necesitan proteger los ojos. Unas gafas homologadas cuidaran la vista de los daños que puedan ocasionar una exposición a los rayos UV.
6.No hay que olvidarse nunca de una buena sombrilla, amplia que de una gran sombra es indispensable en la playa. Los niños pequeños deben estar bajo ella siempre que sea posible.
7.Evita exponerlos en las horas menos recomendables: de 10-11 am a 15pm. Recuerda que aunque estén bien protegidos la exposición al sol no debe ser por muchas horas.
Los niños menores de seis meses nunca deben exponerse al sol. Iniciar a los niños a la construcción de hábitos saludables frente al astro rey, es algo que nuestros hijos lo agradecerán el resto de su vida.

jueves, 5 de junio de 2008

UNOS PADRES SE OLVIDAN DE SU HIJO EN UN AEROPUERTO DE CANADA



Esta historia rocambolesca pero con final feliz le ocurrió a unos padres filipinos en Canadá. Corriendo hacia la puerta de embarque, la familia se separó. El padre pensó que su hijo de 23 meses estaba con su esposa y sus abuelos, y éstos asumieron los mismo. En el avión, los miembros de la familia fueron sentados separados por lo que no se percataron inmediatamente de la ausencia del niño. Para más inri, como el pequeño no necesitaba tarjeta de embarque porque viajaba en las rodillas de sus padres, las azafatas tampocó notaron la falta de un pasajero.
Un guardia de seguridad del aeropuerto encontró al pequeño cerca de la puerta de embarque y la situación pudo ser controlada. El niño permaneció con un agente de Air Canada hasta el regreso de sus padres quien agradecieron enormemete el trato recibido por el niño. Aunque ha sido un accidente que nos sirva de lección a todos para evitarlo porque también podían haber existido otros finales mucho menos felices.

CUÉNTANOS TU HISTORIA: BEBÉ PREMATURO

Un día mi esposo me dice: “te ves rara”Y yo le contesto: “a qué te refieres” Él dice: “no sé, pero te ves diferente, creo que estás embarazada”. Yo me reí por que ya llevábamos 5 años de casados y todavía no teníamos hijos y creí que él estaba bromeando. Él fué a la farmacia y me trajo un examen de embarazo casero. Me hice el examen, por que pensé que él bromeaba. Cuando verifiqué el examen, salió positivo. Yo no lo podía creer. Me vestí inmediatamente y fui al laboratorio y me hice el examen de embarazo de sangre. Cuando fui al laboratorio le dije a mi esposo que recogiera los resultados, yo estaba bien nerviosa y me quedé en el auto. Yo veo que él viene, pero por su cara pensé que salió negativo. Cuando él me da los resultados y se sonríe, verifico y era positivo. Me sonrió y empegamos a reír y terminamos llorando de la alegría. Era una gran bendición y una gran alegría. Hasta que un domingo, que mi bebé cumplía 28 semanas de gestación, empecé a sangrar y me subió el azúcar. Me asusté tanto que fui al hospital y de camino empezaron las contracciones. Estaba tan asustada de perder a mi primer bebé. Cuando llegué al hospital, me hospitalizaron. Me dijeron que tenia que quedarme porque tenían que aguantar a mi hijo porque todavía era muy prematuro para nacer. Me estaban dando medicamentos y vacunas para madurar sus pulmones y para que no saliera. Ya era miércoles y era el último día que me ponían la vacuna para sus pulmones, cuando al medio día empezaron de nuevo las contracciones y el sangrado. Me llevaron a la sala de parto de emergencia. Mientras buscaban a mi ginecólogo, el ginecólogo de turno me estaba evaluando. Me dijo que el niño estaba en posición y quería ya salir. Cuando empezaron a prepararme rompí fuente. El ginecólogo de turno me examinó y ya estaba empezado el proceso de parto. Me llevaron a la sala de parto. Allí di a luz a mi bebé varón llamado Markeith Yadiel. Salió tan rápido que arrastró la placenta y ella salió detrás de él. Cuando le cortaron el cordón umbilical, empezó a llorar. Un milagro!!!.
Un bebé de apenas 28 semanas, nació en un parto natural y lloró como todo un campeón. Mi bebé peso 1 lb y 15 onzas y midió 15 pulgs. Nació tan fuerte y saludable que sólo tenía que quedarse hospitalizado para ganar peso. Fue tan y tan triste salir del hospital y tener que dejar a mi bebé, pero era por su bien. Estuvo hospitalizado 1 mes y medio. Durante ese tiempo, lo visité todos los días y le llevaba leche materna que me sacaba a máquina. Eso lo hacía más fuerte cada día. Por fin llegó ese día tan especial, su dada de alta. Lo dieron de alta pesando tan sólo 4 lb.
A día de hoy ya tiene 16 meses, pesando 27 lb. Es un niño saludable gracias a Dios y a nuestros cuidados, sus vacunas al día y lo más importante: El amor Quiero decirles a las madres de bebés prematuros que es difícil y muy sacrificado. Pero se puede y hay grandes bendiciones al cuidar de nuestros bebés prematuros. Denles mucho amor y sobre todo tengan mucha paciencia. Que Dios bendiga a todos los hermosos bebés.

LE TIENE MIEDO AL MÉDICO, QUÉ HACER

Hay niños que van a la consulta médica como si fueran al matadero. Algunos padres se inventan argucias para llevarlos engañados por el pánico que les provoca aquel personaje de bata blanca con un extraño artilugio colgando de su cuello. Con mi hija mayor no tengo que usar ningún truco pues lo disfruta tanto como un paseo por el parque, pero hay niños que verdaderamente le tienen miedo acudir a la consulta médica. No hay que luchar contra el niño, ni engañarlo, ni amenazarlo sino ayudarlo a superar su temor ya que es uno de los tantos que acechan en el universo de los miedos infantiles. Lo mismo que el miedo a separarse de los padres, a cortarse el pelo o a la oscuridad, no tiene una explicación lógica, pero lo sienten. Principalmente, hay que preparar al niño para la visita al médico. No hay que avisarle con demasiada anticipación pero está bien anunciarle el día anterior que mañana irán al médico, no sorprenderlo a traición. Una buena sugerencia es hablar sobre el tema con el niño los días previos. Los libros infantiles, los cuentos y los juegos pueden ser una gran ayuda. Déjale claro que mamá o papá (o quien sea) le acompañarán en todo momento, que estarán allí para lo que necesite. Nuestra actitud también influye, si lo tomamos con naturalidad, ayudaremos a que nuestro hijo también lo entienda así, en cambio si hacemos un drama de la visita al médico con comentarios negativos, el niño también lo presiente. En niños mayores, que ya tienen conciencia de qué es estar “malitos” puede atacarles el temor a las enfermedades, a que tengan que operarlos o ponerles inyecciones e incluso en algunos casos pueden sentirse culpables creyendo que han enfermado por algo que han hecho mal. En este caso los padres debemos explicarles la situación con sentido común y buen criterio hablándoles de forma clara de modo que ellos puedan comprenderlo. Explícale qué hará el médico para revisarlo, qué instrumentos utilizará, etc. Si son más pequeños podemos llevarle su juguete favorito, un peluche, su mantita, el chupete o cualquier objeto con el que el niño se sienta protegido. Intentar distraer al bebé mientras lo revisan es una buen maniobra, siempre que no molestemos al médico, igual que cogerlo en brazos para confortarlo una vez que haya acabado la revisión.