Hay niños que van a la consulta médica como si fueran al matadero. Algunos padres se inventan argucias para llevarlos engañados por el pánico que les provoca aquel personaje de bata blanca con un extraño artilugio colgando de su cuello. Con mi hija mayor no tengo que usar ningún truco pues lo disfruta tanto como un paseo por el parque, pero hay niños que verdaderamente le tienen miedo acudir a la consulta médica. No hay que luchar contra el niño, ni engañarlo, ni amenazarlo sino ayudarlo a superar su temor ya que es uno de los tantos que acechan en el universo de los miedos infantiles. Lo mismo que el miedo a separarse de los padres, a cortarse el pelo o a la oscuridad, no tiene una explicación lógica, pero lo sienten. Principalmente, hay que preparar al niño para la visita al médico. No hay que avisarle con demasiada anticipación pero está bien anunciarle el día anterior que mañana irán al médico, no sorprenderlo a traición. Una buena sugerencia es hablar sobre el tema con el niño los días previos. Los libros infantiles, los cuentos y los juegos pueden ser una gran ayuda. Déjale claro que mamá o papá (o quien sea) le acompañarán en todo momento, que estarán allí para lo que necesite. Nuestra actitud también influye, si lo tomamos con naturalidad, ayudaremos a que nuestro hijo también lo entienda así, en cambio si hacemos un drama de la visita al médico con comentarios negativos, el niño también lo presiente. En niños mayores, que ya tienen conciencia de qué es estar “malitos” puede atacarles el temor a las enfermedades, a que tengan que operarlos o ponerles inyecciones e incluso en algunos casos pueden sentirse culpables creyendo que han enfermado por algo que han hecho mal. En este caso los padres debemos explicarles la situación con sentido común y buen criterio hablándoles de forma clara de modo que ellos puedan comprenderlo. Explícale qué hará el médico para revisarlo, qué instrumentos utilizará, etc. Si son más pequeños podemos llevarle su juguete favorito, un peluche, su mantita, el chupete o cualquier objeto con el que el niño se sienta protegido. Intentar distraer al bebé mientras lo revisan es una buen maniobra, siempre que no molestemos al médico, igual que cogerlo en brazos para confortarlo una vez que haya acabado la revisión.
jueves, 5 de junio de 2008
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