Hay diferentes momentos de la vida en que los niños tienden a quitarse los zapatos (e incluso los calcetines). De pequeñitos, digamos a partir de los 8-9 meses, están en plena fase de exploración de su cuerpo, hace poco que conocen sus pies y quieren verlos, quieren sentir con ellos y eliminar esas barreras que lo impiden (llamadas zapatitos de bebé). Es algo así como una búsqueda de libertad, un “eh, que yo nací descalza…”.
Cuando son un poco mayores, hacia los 2-3 años esta necesidad regresa (si es que algún día se fue). Caminar, correr y saltar son acciones que ya no tienen truco ni misterio para ellos, sin embargo están en las mismas, no sienten el suelo que pisan y ellos, que están volviendo a conocer su cuerpo desde un punto de vista más comprensible, dando nombre a sus manos y brazos, a sus piernas y pies, quieren volver a sentir con ellos y eliminar esas barreras que lo impiden. Algo así como sentirse libre de sentir (valga la redundancia) y conectar con el mundo a través de aquello que contacta con él continuamente, nuestros pies.
También puede ser, y esto sí hay que tenerlo más en cuenta, que las zapatillas simplemente le vayan pequeñas o le molesten por alguna razón. Si sólo lo hace con un par determinado, es probable que sea esto. Si lo hace con todos, es probable que sea lo que ya he comentado.
La foto que veis es de mi hijo Jon, de uno de estos días de Noviembre en que se quitó una zapatilla y, por supuesto, un calcetín y un rato antes de que se quitara la otra.
A veces Jon va más allá y una vez ha acabado desnudando sus pies, decide desnudarse por completo. Confieso, no trato de evitarlo. Imagino que es más de lo mismo, querer sentirse libre, redescubrir su cuerpo ahora que sabe como se llaman sus partes, sentir el entorno desde su piel. Quizás alguien opine que no hacemos bien dejándole que se desnude, pero yo pienso ¿cómo voy a limitar semejante manifestación de vida?
Volviendo a los pies, ¿cuándo dejan de hacerlo?
Pues depende. Algunos lo dejarán de hacer cuando dejen de sentir la necesidad de libertad y de conexión con el entorno. Otros no dejarán de hacerlo nunca y llegarán a la edad adulta haciéndolo también.No hay nada malo en ello, es libertad.
Cuando son un poco mayores, hacia los 2-3 años esta necesidad regresa (si es que algún día se fue). Caminar, correr y saltar son acciones que ya no tienen truco ni misterio para ellos, sin embargo están en las mismas, no sienten el suelo que pisan y ellos, que están volviendo a conocer su cuerpo desde un punto de vista más comprensible, dando nombre a sus manos y brazos, a sus piernas y pies, quieren volver a sentir con ellos y eliminar esas barreras que lo impiden. Algo así como sentirse libre de sentir (valga la redundancia) y conectar con el mundo a través de aquello que contacta con él continuamente, nuestros pies.
También puede ser, y esto sí hay que tenerlo más en cuenta, que las zapatillas simplemente le vayan pequeñas o le molesten por alguna razón. Si sólo lo hace con un par determinado, es probable que sea esto. Si lo hace con todos, es probable que sea lo que ya he comentado.
La foto que veis es de mi hijo Jon, de uno de estos días de Noviembre en que se quitó una zapatilla y, por supuesto, un calcetín y un rato antes de que se quitara la otra.
A veces Jon va más allá y una vez ha acabado desnudando sus pies, decide desnudarse por completo. Confieso, no trato de evitarlo. Imagino que es más de lo mismo, querer sentirse libre, redescubrir su cuerpo ahora que sabe como se llaman sus partes, sentir el entorno desde su piel. Quizás alguien opine que no hacemos bien dejándole que se desnude, pero yo pienso ¿cómo voy a limitar semejante manifestación de vida?
Volviendo a los pies, ¿cuándo dejan de hacerlo?
Pues depende. Algunos lo dejarán de hacer cuando dejen de sentir la necesidad de libertad y de conexión con el entorno. Otros no dejarán de hacerlo nunca y llegarán a la edad adulta haciéndolo también.No hay nada malo en ello, es libertad.
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