martes, 18 de diciembre de 2007

EL MILAGRO DE UN BEBÉ DE 567 GRAMOS QUE SOBREVIVIÓ GRACIAS AL ABRAZO DE SU MADRE

Una muestra de que la cercanía de una madre es capaz de salvar vidas es el estremecedor caso de la pequeña Rachael nacida en Edimburgo a las 24 semanas de gestación. Los médicos le daban pocos minutos de vida fuera del útero dado que prácticamente no respiraba y que el corazón le latía una vez cada diez segundos. Su madre no dudó un segundo. La cogió y la colocó en su pecho dentro de su propio camisón para que no muriera de frío pensando que ese sería su último abrazo. Relata que podía sentir sus minúsculos piecitos fríos cuando sucedió el milagro. Súbitamente los latidos del bebé comenzaron a regularizarse lo que le permitió recuperar la capacidad para empezar a respirar por sí misma. Aunque los médicos seguían siendo pesimistas, la niña recuperó la temperatura corporal y comenzó a evolucionar favorablemente. Cuatro meses después fue dada de alta con 3,600 kilogramos del hospital donde nació y hoy puede recibir en casa un montón de abrazos de su mamá. Este tipo de historias que cada tanto conocemos nos llegan al corazón, Es cierto que muchos bebés no lo logran, pero hay que intentarlo hasta las últimas consecuencias porque esos indefensos bebés de apenas pocos gramos son grandes héroes, quienes con el amor de una madre pueden protagonizar verdaderos milagros.

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