Mi niña de tres años y medio está en plena etapa de los miedos nocturnos. Cuando un niño los padece se despierta súbitamente por la noche llorando porque tuvo una pesadilla. A diferencia de los terrores nocturnos en los que el niño no llega a despertarse completamente, en las pesadillas el niño se despierta asustado y recuerda que ha tenido un mal sueño. Estos episodios son muy comunes en los niños, de hecho sentir miedo no es malo, ya que también es parte del aprendizaje que les ayuda a evolucionar y enfrentarse mejor a las situaciones el día de mañana. A través de los sueños canalizamos las vivencias cotidianas y las emociones que nos producen. En los niños en plena etapa en que los mounstros y los personajes terroríficos ocupan mucho tiempo de sus pensamientos, es normal que los revivan en sus sueños. En algunas ocasiones, los miedos son motivados por situaciones que les angustian como una mudanza, la separación de los padres, el cambio de colegio, etc. ¿Qué podemos hacer los padres para ayudarlos a superar esos temores? Está claro que no podemos controlar sus sueños, por lo que es inevitable que los padezcan. Pero sí podemos tener en cuenta ciertas rutinas para intentar que el niño tenga un sueño lo más placentero posible.
Podemos, por ejemplo:
● Designar algún peluche protector para que lo cuide por la noche.
● Crear algún personaje inventado como un hada buena que viene por la noche y se lleva a los monstruos.
● No asustarlos con el hombre de la bolsa, ni la mano negra, ni la bruja mala, ni ese tipo de estupideces. Ayúdale a diferenciar la ficción de la realidad.
● Desmitificar lo terroríficos que pueden ser los monstruos, contándoles cuentos sobre monstruos buenos o por ejemplo a través de películas como Monster’s, que me parece un acierto para abordar el tema de los miedos en los niños.
● La rutina para ir a la cama también influye: crea un ambiente relajante y acogedor con música y luz tenue.
● Puedes dejar alguna luz encendida por si el niño se despierta por la noche.
● Evita que vea películas con escenas violentas antes de acostarse. En cambio, léele un cuento bonito.
● Hablar a la mañana siguiente del mal sueño y explicarle que no hay por qué temer, que los monstruos no existen y que mamá y papá están para cuidarlo.
A pesar de todas las precauciones, alguna noche el niño se despertará con miedo. No hay que minimizar su sentimiento diciéndole cosas como “no es cierto” o “no seas bobo”, para ellos sentir miedo es importante y necesitan que los padres estemos allí para cuidarlos y tranquilizarlos.
No se hacen más valientes por no consolarlos. Tampoco hablo de sobreprotegerlos porque las cosas malas de la vida siempre estarán allí, aunque quisiéramos no podemos evitar que nuestros hijos sufran. Pero lo importante es demostrarles que estamos allí para acompañarlos hasta que pasen.
Podemos, por ejemplo:
● Designar algún peluche protector para que lo cuide por la noche.
● Crear algún personaje inventado como un hada buena que viene por la noche y se lleva a los monstruos.
● No asustarlos con el hombre de la bolsa, ni la mano negra, ni la bruja mala, ni ese tipo de estupideces. Ayúdale a diferenciar la ficción de la realidad.
● Desmitificar lo terroríficos que pueden ser los monstruos, contándoles cuentos sobre monstruos buenos o por ejemplo a través de películas como Monster’s, que me parece un acierto para abordar el tema de los miedos en los niños.
● La rutina para ir a la cama también influye: crea un ambiente relajante y acogedor con música y luz tenue.
● Puedes dejar alguna luz encendida por si el niño se despierta por la noche.
● Evita que vea películas con escenas violentas antes de acostarse. En cambio, léele un cuento bonito.
● Hablar a la mañana siguiente del mal sueño y explicarle que no hay por qué temer, que los monstruos no existen y que mamá y papá están para cuidarlo.
A pesar de todas las precauciones, alguna noche el niño se despertará con miedo. No hay que minimizar su sentimiento diciéndole cosas como “no es cierto” o “no seas bobo”, para ellos sentir miedo es importante y necesitan que los padres estemos allí para cuidarlos y tranquilizarlos.
No se hacen más valientes por no consolarlos. Tampoco hablo de sobreprotegerlos porque las cosas malas de la vida siempre estarán allí, aunque quisiéramos no podemos evitar que nuestros hijos sufran. Pero lo importante es demostrarles que estamos allí para acompañarlos hasta que pasen.
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