sábado, 5 de enero de 2008

ANEMIA EN LOS NIÑOS

La anemia se describe como la disminución del número de hematíes (glóbulos rojos) o de la cifra de hemoglobina por debajo de los límites normales, teniendo en cuenta que dichos límites varían según la edad y la raza. La función primordial de la hemoglobina es transportar oxígeno a todas las células del organismo para que los órganos que aquellas constituyen puedan funcionar. Es el trastorno hematológico más frecuente en la infancia porque se ve favorecida por ciertas circunstancias propias de dicha etapa de la vida como factores congénitos, depósitos escasos pre y postnatales, crecimiento, infecciones y errores dietéticos. Sus manifestaciones dependen de la rapidez de instauración y de la severidad del cuadro, de manera que sólo cuando la hemoglobina alcanza cifras inferiores a 7-8 g/dl se ponen en marcha mecanismos compensadores y se evidencia la sintomatología. La palidez muco-cutánea es el signo más precoz, y que hay que buscar en todos los tejidos. También podemos encontrar cefaleas, irritabilidad, mal humor, cambios de carácter, cansancio y falta de apetito. Los síntomas debidos a la reducción de la capacidad de transportar oxígeno a los tejidos son: aumento de la frecuencia cardíaca y respiratoria, soplo sistólico, dificultad respiratoria con el esfuerzo, debilidad y finalmente cardiomegalia y fallo cardíaco. En cuanto a la palidez destacar que puede ser fácilmente sobrestimado por los familiares del niño porque no sólo depende de la cantidad de hemoglobina, también se debe al estado de vascularización (vasoconstricción) y al tejido que separa los vasos (edema, grasa, tejido linfático, déficit de pigmento melánico).
La anemia se puede clasificar según el origen en:Déficit de producción (de hematíes o de hemoglobina).
- Anemias nutricionales: ferropénicas (déficit de hierro), megaloblástica (déficit de vitamina B12 o de ácido fólico), intoxicación por plomo, malnutrición protéico-energética.
- Anemias aplásicas (falla la médula ósea).
- Anemias diseritropoyéticas (las formas jóvenes del hematíe están alteradas).
- Anemia de la enfermedad crónica (inflamación crónica, insuficiencia renal, infección.Destrucción acelerada o hemólisis.
- Por alteración en la forma del hematíe (esferocitosis, hemoglobinuria paroxística nocturna...), por déficits enzimáticos o por defectos en la síntesis de la hemoglobina (talasemia, anemia falciforme...).
- Trastornos inmunitarios.
- Enfermedad hemolítica del recién nacido (anticuerpos producidos por la gestante).
- Formación de anticuerpos (anemia hemolítica autoinmune, crioaglutininas, fármacos...).
Incremento de pérdidas (hemorragias agudas o crónicas).Tóxicas (fármacos, sustancias químicas).Infecciones (paludismo, clostridios...).
Para una primera aproximación diagnóstica necesitamos conocer: hematocrito, hemoglobina, volumen corpuscular medio (da idea del tamaño del hematíe), concentración hemoglobínica media y reticulocitos (forma joven del hematíe).
Y según éstos datos clasificaremos en:
Regenerativas o con reticulocitos aumentados y arregenerativas o con reticulocitos disminuidos.
Las anemias regenerativas a su vez pueden ser normocíticas (con volumen corpuscular medio normal) y normocrómicas (con concentración hemoglobínica normal) como es el caso de una hemorragia aguda o una anemia hemolítica. O bien microcíticas (volumen corpuscular medio pequeño) e hipocrómicas (concentración hemoglobínica disminuida) como ocurre en las talasemias.
Las anemias arregenerativas pueden ser
- Microcíticas e hipocrómicas como la anemia ferropénica, intoxicación por plomo, anemia sideroblástica y la anemia de la inflamación crónica.
- Macrocíticas (volumen corpuscular medio aumentado) o megaloblásticas por déficit de vitamina B12 o de ácido.
- Normocíticas y normocrómicas: anemias aplásicas, eritroblastopenia transitoria de la infancia y anemia de las enfermedades crónicas.

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