sábado, 9 de mayo de 2009

PRIMEROS AUXILIOS. QUEMADURAS

Cuando tenemos un niño pequeño es normal que nos preocupe estar preparados si se produce un accidente. Saber reaccionar con tranquilidad y realizar los primeros auxilios adecuados es muy importante para evitar secuelas. Uno de los problemas a los que nos podemos enfrentar son la quemaduras.
La prevención es la primera cosa que debemos tener presente. La cocina debe tener una placa que evite la posibilidad de que la comida o los líquidos calientes puedan caer sobre el niño. No debemos beber líquidos muy calientes o dejarlos cerca de un niño pequeño. Hay que confirmar la temperatura del baño siempre. No fumar en casa y sobre todo no hacerlo cerca de los niños son medidas adicionales que, con un poco de prudencia, nos librarán de un disgusto serio.
Cada tipo de quemadura también requiere un tratamiento diferente y es muy importante conocerlos para poder actuar con serenidad si se producen. Vamos a ver en detalle como prevenir, reconocer y tratar cada tipo de quemadura.
La mayoría de las quemaduras que se producen en el hogar son evitables. Suelen producirse cuando un líquido caliente se vierte sobre el niño. Por eso hay que tener mucho cuidado cuando estamos cocinando o cuando estamos bebiendo algo caliente, poniendo máxima atención para evitar que el niño pueda tirárselo encima.
También son habituales las quemaduras con el agua de la bañera o la ducha. Siempre hay que tocar el agua antes de meter al niño o rociarlo. Aunque no son quemaduras profundas si pueden tener mucha extensión y son dolorosas.
Otras quemaduras pueden ser con un cigarro. Aparte del mal ejemplo que es fumar delante de un niño y de los peligros para su salud que tiene inhalar humo una razón más para no fumar con niños cerca es la posibilidad de que se quemen. Por eso, no fumar con ellos cerca y mucho menos tomarlos en brazos con un cigarrillo es una medida de protección lógica.
El fuego directo es menos habitual pero muy peligroso. Si se ha pegado fuego a algo de la casa y la ropa del niño prende hay que actuar inmediatamente. Si el niño tiene la ropa en llamas nunca hay que aplicar agua directamente sobre el fuego, sino hacerle rodar por el suelo envuelto en una manta.
Las quemaduras pueden ser de varios tipos. Las de primer grado son superficiales, dejan la piel reseca y enrojecida, causando dolor. Las de segundo grado son ya intensamente dolorosas y producen ampollas. Las de tercer grado implican la abrasión de capas más profundas de la piel, producen llagas abiertas y pérdida de sensibilidad.
Cuando un niño se quema lo primero que hay que hacer es poner el área quemada bajo un chorro de agua fresca ( no helada, sino aproximadamente a 22 grados). De este modo lo que vamos a lograr es evitar que el calor se propague a áreas más profundas de la piel.
Si el dolor es muy intenso podemos dar un calmante, tipo ibuprofeno o paracetamol, siempre guardando la serenidad suficiente para no equivocarnos con la dosis. No hay que poner aceite, ni mantequilla, ni pomadas o ungüentos.
A continuación hay que seguir manteniendo la zona fresca con compresas mojadas, y solamente aplicar alguna crema nosotros si la quemadura es de primer grado y pequeña.
En general, para tratar las quemaduras en primero auxilios, la mejor acción en poner agua fresca si no hay llama y, muy importante, nunca quitar la ropa si ha quedado pegada a la piel. Si lo hacemos arrancamos la piel con la ropa y podemos producir heridas mucho más graves.
En los casos de quemaduras de tercer grado siempre es necesaria la atención médica y en el caso de las de segundo grado, en los niños, es también, incluso si son pequeñas, conveniente acudir a un centro médico con rapidez para que se pueda evaluar la gravedad y aplicar las medidas de prevención de infección necesarias. Una vez realizado unos primeros auxilios las quemaduras deben, habitualmente, ser valoradas por el médico, pero si hemos actuado correctamente las consecuencias serán menores.

EL EJERCICIO MODERADO TRES VECES POR SEMANA BENEFICIA AL FETO

No es una novedad que la práctica de ejercicio físico de forma moderada durante el embarazo beneficia el desarrollo del bebé en gestación, pero cada vez surgen nuevos estudios que avalan científicamente su eficacia.
No es cierto que el ejercicio pueda perjudicar al feto. Más bien todo lo contrario si la práctica de ejercicio está controlada y se realiza adecuadamente. Investigadores de la Universidad de Kansas City han comprobado los beneficios de que la embarazada practique ejercicio como caminar o montar en bicicleta 3 veces por semana durante al menos 30 minutos.
Han utilizado un instrumento llamado biomagnetómetro fetal para registrar la fisiología del feto entre las semanas 24 y 36 de gestación. Midieron los magnetocardiogramas maternal y fetal, así como la respiración del bebé, los movimientos corporales, el hipo y la succión no nutritiva para comprobar los efectos del ejercicio realizado por su madre.
Encontraron que los bebés del grupo de mujeres que practicaban ejercicio realizaban mayores movimientos respiratorios, un marcador de bienestar fetal que refleja el desarrollo funcional del aparato respiratorio y el control del sistema nervioso central. A la vez, proporcionaban beneficios cardiovasculares al feto.
El estudio, que confirma que el ejercicio es bueno para la madre y bueno para el bebé, sirve como paso previo para que se continúe investigando si también podría mejorar la progresión en niños nacidos de mujeres con riesgo de diabetes gestacional.
Como véis, el ejercicio durante el embarazo proporciona grandes beneficios en el desarrollo del bebé. Para realizar un ejercicio saludable para ambos te sugerimos que tengas en cuenta algunas importantes recomendaciones.

CONTRA LA GRIPE "PORCINA", LACTANCIA MATERNA

El Centro para la Prevención y Control de las Enfermedades de Estados Unidos, uno de los organismos de referencia en este tipo de cuestiones, ha publicado un documento en el que explica claramente los beneficios del amamantamiento en caso de gripe o de una posible pandemia por el virus H1N1, responsable de la llamada gripe porcina.
Los consejos que da inciden en el enorme valor de la leche materna como vacuna natural y animan a seguir amamantando incluso en caso de infección de la madre.
Las razones son variadas. La primera es que los bebés que se alimentan de fórmula suelen padecer mayores problemas respiratorios y sus ingresos hospitalarios son más habituales que en los casos de bebés amamantados. Y también carecen de los anticuerpos que la leche materna proporciona.
Por ese motivo se recomienda comenzar la lactancia inmediatamente tras el parto, realizar lactancia a demanda y eliminar los suplementos que sea posible para lograr una lactancia materna exclusiva o lo más exclusiva posible. De ese modo se garantiza la nutrición óptima del bebé y también que recibe todas las substancias que aumentan sus defensa.
La leche materna es algo vivo que contiene anticuerpos y es la mejor “vacuna” que la madre puede ofrecer a su hijo contra esta enfermedad.
Incluso si la madre enfermase el amamantamiento debe proseguir e incluso aumentar la frecuencia. La razón en sencilla, si la madre es sintomática la infección se ha producido previamente y en la leche transmitirá al bebé los anticuerpos que ella misma esta produciendo, protegiéndolo a él también o ayudando a que supere la infección si está se ha producido por la via habitual. Se aconseja aumentar las tomas para conseguir que el bebé esté optimamente nutrido, hidratado y reforzado su sistema inmune.
Se ha encontrado muy raramente virus de gripe normal en la leche humana y hoy por hoy se desconoce si la gripe porcina se puede transmitir por esta via, por lo que se considera que cualquier riesgo es mucho menor que los enormes beneficios y protección que la leche ofrece al bebé. Asimismo se señala que los tratamientos antivirales son compatibles con la lactancia.
En los casos en los que el bebé o la madre se encuentren demasiado afectados y no pueda procederse a la lactancia directa se aconseja extracción y lactancia diferida, pero no privar al niño de los beneficios de la leche de su madre.
Por ese motivo, como siempre, pero más cuando existe un peligro para la salud concreto y serio, el amamantamiento es el mejor consejo que se puede dar a las madres. Y en el caso de la gripe porcina está claro, la lactancia materna es la mejor opción.

¿CUÁL ES LA MEJOR HORA PARA QUE SE VAYAN A LA CAMA?

El sueño es fundamental para el buen desarrollo de los niños. Un mal descaso repercute en su estado de ánimo volviéndoles más irritables y también en su salud, pues muchos estudios relacionan el déficit de sueño con una mayor predisposición a enfermedades y sufrir trastornos como por ejemplo la hiperactividad. La pregunta que nos hacemos todos los padres es a qué hora deben irse los niños a la cama para estar descansados al día siguiente.
Al igual que los adultos, no todos los niños necesitan dormir la misma cantidad de horas. Además de la diferenciación por edades, porque no duerme el mismo tiempo un bebé recién nacido que un niño de 5 años, cada pequeño tiene sus propias necesidades fisiológicas de sueño. Algunos se despiertan como una rosa después de dormir 8 horas mientras que otros necesitan 10 horas de sueño como mínimo.
De acuerdo a las diferentes edades de los niños se ha elaborado una guía estimativa de horas de sueño recomendadas. Así como se aconseja que los adultos duerman 8 horas diarias, cada rango de edad tiene su propia guía de horas.
De 0 a 6 meses: entre 16 y 20 horas a lo largo del día.De 6 a 12 meses: 3 horas durante el día y 12 horas durante la noche. De 1 a 3 años: entre 11 y 13 horas en la noche, la siesta es opcional. De 3 a 5 años: entre 10 y 12 horas De 6 a 9 años: alrededor de 10 horas
Como conclusión, vemos que no se recomienda que ningún niño menor de 9 años duerma menos de 10 horas. A partir de allí podemos calcular la mejor hora para que se vayan a la cama en función de a qué hora debe levantarse el niño al día siguiente.
La mayoría de los niños se tienen que despertar entre las 7 y las 8 de la mañana según la cercanía a la escuela y el tiempo que tardan en preparase. En función de ello podemos restar las horas de vestirse, desayunar y trasladarse y calcular a qué hora debemos acostarlo.
Suponiendo, por ejemplo, el caso de los niños de entre 1 y 5 años que entran a la guardería o al colegio a las 9 de la mañana, si calculamos una hora de preparación y traslado, es decir que se despiertan a las 8 y debe dormir un promedio de 12 horas (los más pequeños reforzarán con una siesta), lo aconsejable es que se vayan a la cama entre las 20 hs y las 20,30 hs.
Hay niños que regulan ellos mismos sus tiempos de sueño. Es decir, duermen lo que necesitan y se duermen a la hora que “se caen de sueño” sin obligación de por medio. Pero no es lo mismo un niño que al día siguiente se queda en casa y si se ha dormido tarde no pasa nada, a lo sumo duerme una siesta más larga para recuperar, que uno que tiene que levantarse para ir a la guardería y tendrá un mal día si ha dormido poco.
Algunos no se levantan descansados si no les hemos acostado la noche anterior a determinada hora. Como dije al comienzo, cada niño es un mundo y es posible que con el tiempo si les acostamos todos los días a la misma hora vayan acostumbrándose a regular sus horas de sueño de acuerdo a sus propias necesidades.
Lo más sensato es observar al niño para estimar las horas de sueño que necesita dormir cada noche. Si vemos que le cuesta levantarse por las mañanas deberemos adelantar la hora de irse a la cama, en cambio si vemos que se despierta antes de tiempo descansado no habrá problema en que de alguna vueltita más por la noche.
Otro punto a matizar es que no es lo mismo acostarse que dormirse. Hay niños que se duermen enseguida mientras que otros dan vueltas un buen rato hasta cerrar los ojos. Tampoco es la misma situación todos los días, habrá días que estén más cansados, más estimulados o más excitados.
Por cierto, que la tele antes de irse a la cama no ayuda en nada a facilitar que el niño se relaje para irse a dormir. Lo más aconsejable es evitar que vean la televisión en las últimas horas del día y sustituirla por un cuento en la cama.

viernes, 6 de marzo de 2009

La lactancia materna reduce el riesgo de neumonía en las niñas

La lactancia materna es un potente protector contra enfermedades respiratorias en la infancia. Un estudio del que nos hemos hecho eco apuntaba en su momento a una mayor protección de la lactancia materna contra los virus respiratorios en las niñas más que en los niños. No porque la inmunidad no les afecte a los varones, sino porque las niñas parecen ser más sensibles a este tipo de afecciones.
Ahora conocemos un estudio realizado en Buenos Aires por investigadores de la Universidad de Tenesse que apunta en el mismo sentido asegurando que la lactancia materna reduce el riesgo de infección pulmonar severa en las niñas.
Los investigadores observaron a un grupo de bebés que desarrollaron una infección a una edad promedio de 4,6 meses y los resultados fueron mucho más notorios en el caso de las niñas.
Un 23% de las niñas que tomaban leche de fórmula desarrollaron neumonía viral frente sólo a un 5% de las niñas que habían sido amamantadas. La diferencia es muy marcada y más si consideramos que las niñas del primer grupo requerían hospitalización con más frecuencia que las del segundo grupo. Concretamente un 38% frente a un 18%, aún teniendo en cuenta otros factores de riesgo de infecciones respiratorias como vivir en un ambiente con tabaco, tener menos de 3 meses de vida o poseer antecedentes familiares.
Como conclusión, los autores del estudio aconsejan a las madres de niñas que tengan más en cuenta el amamantamiento cuando se trata de proteger las salud pulmonar de sus bebés.
Yo extiendo el consejo a las madres tanto de niñas como de niños ya que aunque las niñas puedan ser, en general, más sensibles a este tipo de infecciones, la leche materna es la mejor protección que podemos dar a nuestros hijos, siempre que sea posible.

La tos en los niños

La tos en el niño es una de las mayores preocupaciones de los padres siendo uno de los motivos más frecuentes de consulta a urgencias pediátricas, nada menos que un 85% de las visitas.
Es normal que cuando nuestro hijo tiene tos acudamos al médico, pero es importante reconocer el tipo de tos, si es irritativa o con flema; cómo tose y cuándo, si lo hace sólo por la noche o durante todo el día. La información que le demos al pediatra es fundamental para que pueda acertar con el diagnóstico.
Según la Sociedad Española de Neumología Pediátrica (SENP), entre el 6 y el 10 % de los niños presentan tos crónica a lo largo de su infancia. La tos puede deberse a diversas causas. En general, suele ser un síntoma poco significativo al que se le presta especial atención sólo en casos determinados.
Los especialistas aconsejan visitar al pediatra o al neumólogo cuando la tos supera el promedio de 10 golpes de tos al día, si la tos suele aparecer de noche, acompañada de la práctica de ejercicio, de cambios emocionales o con sonidos especiales, lo que conocemos como “pitos”.
Debe ser el pediatra quien indique el fármaco adecuado según el tipo y la causa de la tos, ya que a veces solemos medicar al niño con jarabes que sirven de poco. Además de los fármacos, hay soluciones naturales a las que podemos recurrir en caso de tos.
Otra cosa a tener muy en cuenta con respecto a la tos en los niños es que suele aparecer en todos los procesos respiratorios, pero cuando se prolonga durante más de tres semanas se considera tos permanente o tos crónica.
Tenemos que estar pendientes de la tos de nuestros hijos pues si se convierte en tos crónica puede deberse a enfermedades graves como infecciones respiratorias, malformaciones pulmonares, asma, aspiración de un cuerpo extraño, inmunodeficiencias o tabaquismo pasivo.

Preparación emocional a la maternidad

La preparación emocional a la maternidad es muy importante. Los cursillos de preparación al parto suelen centrarse en la información médica y técnica sobre el proceso del parto, la medicalización del nacimiento y la puericultura tradicional. Enseñan ejercicios de respiración y muestran imágenes de partos, dan datos, pero dejan normalmente fuera las enormes implicaciones emocionales del nacimiento de una nueva madre.
Los aspectos físicos de los cambios del embarazo, el parto y el puerperio es importante que los conozcamos a fondo, pero no lo es menos el profundizar en la emoción y los sentimientos que estos procesos llevan a la vida de la madre y su pareja.
Pensando en esto Proyecto Materna, asociación de doulas, ha organizado un curso llamado “Preparación emocional a la maternidad“ que me parece realmente interesante.
Este curso pretende ofrecer a las futuras madres y padres una perspectiva más completa de los cambios que la maternidad supondrá en sus vidas, dando la importancia que merecen a los estados emocionales y sus implicaciones durante el embarazo, el parto y el puerperio. Duran 8 semanas durante el embarazo y completan el programa con dos sesiones cuando el bebé ya ha nacido.
Las sesiones las conducen doulas con experiencia y reciben el apoyo de otros profesionales relacionados con la maternidad. El programa, desde luego, se centra en la emocionalidad, las necesidades afectivas y la importancia del vínculo, sin dejar de lado las implicaciones médicas, alimenticias y prácticas.

Maltratar a los niños puede llegar a modificar sus genes

Se ha publicado un estudio que señala que el maltrato a los niños puede llegar a modificar sus genes, o al menos, su expresión o no según un contexto determinado. En este caso, se ha encontrado demostrable en un artículo que publica la revista Nature Neurosciencie, que las personas que acaban cometiendo suicidio y que han sido víctimas de malos tratos en la infancia presentan a largo plazo cambios en la expresión de un gen, el NR3C1.
Según parece, el maltrato condicionaría alteraciones en el desarrollo hormonal y en el funcionamiento cerebral, lo que a su vez aumentaría el riesgo de padecer trastornos mentales por una mala adaptación a factores estresantes. Esto trastornos pueden desembocar, como en el objeto del estudio, en suicidio, pero también en depresiones o en conductas violentas.
Los autores señalan que la vivencia de abusos en la niñez se relaciona con un aumento del riesgo de múltiples formas de psicopatología. De hecho, hay evidencias de que la disminución en el hipocampo de la expresión genética de dichos receptores se asocia al suicidio, la esquizofrenia y los trastornos del ánimo.
Más que buscar el modo de modificar la expresión de estos genes para evitar la tendencia a los trastornos psicológicos, que también, sin duda, ayudaría a las personas que sufrieron abusos y maltrato en la infancia, nuestros esfuerzos deberían orientarse en evitar, por todos los medios, cualquier modo de violencia hacia los niños.
Hay datos científicos numerosos que demuestran que el estrés condiciona el funcionamiento del cerebro, la respuesta al estrés y el miedo, la posibilidad de reproducir la violencia e incluso modificar los genes en algunos casos.
Sería indispensable, ya que la misma humanidad no lo ha logrado, que los métodos de educación no respetuosos ni empáticos se vieran desechados al menos por la evidencia científica. Hay que investigar más.
Tratar a un niño de un modo que a un adulto haría sufrir puede tener consecuencias insospechadas en su desarrollo, el daño es seguramente más profundo que el que percibimos a primera vista. Sus cerebros están en formación y su visión de la ética también.
Los niños aprenden de lo que hacemos, no de lo que decimos. Así que si no se pega, empecemos nosotros a no pegar. Si no se insulta, empecemos nosotros a no insultar. Si no se grita, demostrémoselo no gritando. Si queremos que nos respeten, respetemos nosotros a los niños. Su felicidad y su futuro merece que nos reeduquemos para aprender a hacerlo, y además, su salud mental también lo merece.

Claves para una correcta alimentación infantil

La alimentación es muy importante para todas las personas, pero más lo es en la infancia pues en esta etapa de la vida es fundamental para un correcto crecimiento y desarrollo.
La dieta ideal para los pequeños consiste en una dieta equilibrada, la cual además de favorecer su crecimiento contribuirá a que adquieran hábitos saludables para el resto de su vida.
La alimentación del niño debe ser variada, equilibrada y proporcionada tanto en cantidad como en calidad. Los alimentos deben proporcionarle las calorías, proteínas, vitaminas, minerales y demás principios necesarios para su organismo en desarrollo.
El niño tiene que aprender a comer de todo, pero siempre con moderación. Veamos algunas claves a tener en cuenta en la alimentación infantil para los niños a partir de 1 año.
Las raciones recomendadas diarias son:
ü 2 raciones diarias de pescado, huevos, pollo y legumbres
ü 3 raciones diarias de leche, queso, yogur y aceite de oliva
ü 4 raciones de frutas y verduras
ü 5 raciones de pan, pasta, patatas y cereales.
Las bebidas recomendadas para los niños son el agua, la leche y los zumos naturales. Los refrescos no están prohibidos pero deben reservarse para ocasiones especiales, no para todos los días.
Mantener una buena hidratación.
Los dulces, con moderación. A todos los niños les gusta comer una chuchería de vez en cuando. Los dulces no deben ser eliminados de la dieta pero el azúcar, el chocolate, los helados y los caramelos deben ser una excepción en la dieta y no una regla.
Siempre es mejor, en la medida de lo posible, la comida preparada en casa a los alimentos preparados industrialmente. Sin embrago, recurrir a un potito de vez en cuando en el caso de los bebés, por poner un ejemplo, es una alternativa válida siempre que no se convierta en lo habitual.

Trasplante de hígado a una embarazada

Aunque esta operación se ha realizado ya en ocasiones me ha impactado la noticia de un trasplante de hígado a una embarazada en el quinto mes de gestación.
Es la primera vez que esta intervención se realiza en Argentina y ha sido un éxito. La madre desarrolló una hepatitis de modo fulminante que acabaría con su vida si no se realizaba el trasplante. Y se hizo. Y ambas, madre e hija, sobreviveron a la operación. La niña nacería por cesárea un mes después y se encuentra, dentro de la prematuridad y sus 850 gramos, en buen estado-.
Al leer la noticia me ha emocionado como la madre relata como importantísimo para ella que “el equipo médico se portó bien siempre. Me dieron contención y buen trato”. Para una persona enferma recibir una atención sensible puede ser decisivo, ya que el bienestar emocional incide en la capacidad de recuperación. Para una puérpera con un bebé prematuro, es también indispensable.
Emocionante es el recuerdo que tiene esta madre para aquel que les permitió vivir a ella y a su hija: “No sé quién fue, pero quiero mandarle todo mi agradecimiento porque me han permitido volver a vivir y tener a mi hija. Yo sé que, para ellos, ha sido dolorosa la pérdida de esa persona”. La donación salva vidas.
Este trasplante de hígado a una embarazada ha permitido que dos vidas continúen gracias a la generosidad de una familia que ha perdido a un ser querido pero que ha sabido regalar vida desde la muerte.

sábado, 31 de enero de 2009

LAS VARICES DURANTE EL EMBARAZO

Las varices se producen cuando la sangre se estanca en las venas que más soportan el peso de la gravedad, en nuestro caso en piernas, recto y en ocasiones la vulva. El retorno venoso se hace más difícil, y durante el embarazo, la aparición de varices se ve favorecida por el aumento de la presión del útero sobre las venas pelvianas y el aumento del volumen de sangre que circula en el cuerpo.
También las hormonas del embarazo tienen algo que ver, ya que relajan las fibras musculares presentes en las paredes de las venas, con lo cual éstas se relajan y son más propensas a dilatarse y deformarse. Estéticamente pueden causarnos rechazo, pero lo peor son las molestias físicas que pueden ocasionar, como dolores musculares en pantorrillas, muslos, vulva o ano, pesadez o calambres.
Hay unas varices especialmente molestas, aquéllas que conocemos como hemorroides, cuando se da una dilatación de las venas de la región anal.
Lo mejor es prevenir las varices, para no tener que enfrentarnos a complicaciones durante el embarazo. Algunas pautas nos ayudan a prevenir las varices, o a disminuir sus molestias si ya las padecemos:
No cargar con exceso de peso ni levantar nada pesado.
Llevar medias especiales para las varices. Tu ginecólogo te aconsejará cuál es la más adecuada.
Evitar estar demasiado tiempo sentada o parada en la misma postura. Es bueno levantarse con frecuencia, mover pies y piernas. Mientras permanecemos sentadas, no es bueno tener
Las piernas cruzadas por ola presión que se ejerce sobre los miembros.
Cuando estemos acostadas, se pueden elevar los pies (con grandes cojines bajo el colchón…), lo cual favorece y aligera la circulación en las piernas.
No utilizar ropa ajustada en piernas o cintura.
No llevar zapatos con tacón fino o elevado.
No fumar, ya que el tabaco, aparte de todos los perjuicios que conlleva, está asociado con aumento en la incidencia de varices al perjudicar la circulación sanguínea.
Evitar la exposición a unas temperaturas elevadas (al sol directo, saunas, baños demasiado calientes…), ya que un calor excesivo dilata las venas.
Realizar determinados ejercicios suaves, como la natación, puede aliviar las molestias ocasionadas por las varices al facilitar la circulación sanguínea. Del mismo modo, el caminar es muy beneficioso para prevenir las varices, así como el método Pilates.
Se pueden realizar masajes suaves, circulatorios, en las piernas, lo cual favorecerá el flujo sanguíneo y un descanso de mejor calidad.
Generalmente las varices provocadas por el embarazo no son severas. Si se presentan síntomas sospechosos, como un endurecimiento brusco de la vena varicosa, dolor y enrojecimiento en la zona, se debe consultar al médico, ya que podría tratarse de alguna complicación, como trombosis venosa (la formación de un coágulo de sangre en una vena).
La cirugía sólo se tendrán en cuenta para casos excepcionales, cuando el médico lo considere necesario.
Mediante todos estos consejos prevenimos la aparición de las varices durante el embarazo, controlamos su progresión y nos ayudarán a reducir las molestias si éstas hacen presencia, además de evitar complicaciones.

LA DEPRESIÓN POSTPARTO

En Bebés y más hemos hablado ya sobre la depresión postparto, pero es un tema sobre el que siempre se pueden aportar nuevos consejos para las madres y sus familias. Os hablaba hace unos días sobre los síntomas que se asocian a la depresión postparto pero que también concuerdan con el síndrome de estrés postraumático. Sin embargo, las depresiones, más o menos leves, se dan también y muchas veces se presentan en mujeres que, objetivamente, no parecen tener un motivo claro para sentirse tristes.
Hay mujeres en las que la sensación de depresión puede tener explicación real: el que el embarazo no fuese deseado, que haya problemas económicos o personales graves, o que el niño haya nacido con problemas. Estas son causas comprensibles.
Sin embargo la depresión postparto se presenta también en madres que no tienen un motivo concreto. Todo ha ido perfectamente, su hijo ha llegado bien y tienen apoyo del entorno: No hay nada que cause concretamente esas sensaciones de desasosiego y miedo. Las mujeres que pasan por esta situación no son unas desagradecidas o unas malas madres. No debemos transmitirles estas valoraciones. Sencillamente están experimentando una de las complicaciones más frecuentes del puerperio y que se calcula que afecta a un 15% de las mujeres. La comprensión y las expresiones de cariño y confianza son fundamentales en esos momentos.
La depresión postparto suele aparecer en el primes mes pero también hay casos que dan la cara en los meses siguientes. Los cambios hormonales pueden estar en el origen del trastorno ya que las hormonas modifican la química cerebral. Pero no hay factores claros que se identifiquen como la causa.
La madre que padece una depresión postparto sufrirá síntomas como la irritabilidad, la ansiedad y la tristeza.
La tristeza es el más llamativo. La madre se siente sin alegría, aunque a la vez es capaz de emocionarse con su hijo, nota que debería estar más feliz y dar gracias por lo que tiene. Pero no puede. La infelicidad aumenta, la culpabilidad por no estar como debe estar no hace mas que acrecentar la melancolía y las ganas de llorar. Esta sensación no es permanente, pero hay momentos en que la vence completamente.
Se suma a esto una mayor irritabilidad. Salta por todo, especialmente hacia su pareja o su madre, y también hacia los hijos o el recién nacido. Nota que todos la juzgan, no confían en ella y que no la ayudan lo suficiente. Esta de mal humor frecuentemente y cualquier comentario hace que pueda enfadarse.
Está agotada, lo que es normal con un bebé recién nacido, pero ella ve que sus fuerzas no llegan a nada y no puede asumir las tareas que son necesarias. Termina sintiendo que es inútil e incapaz. Esto abruma especialmente a las mujeres muy organizadas y que nunca habían estado desbordadas.
Pese al agotamiento llegan a presentarse problemas para conciliar perfectamente el sueño y eso, cuando hay que aprovechar todos los momentos para descansar, hace que los días sean interminables. El cansancio y los nervios no hacen sino sumarse y descansar correctamente se ve imposibilitado por pensamientos recurrentes. Se agobia ante cualquier rutina y siente que todo queda sin hacer. Llega la ansiedad. La madre tiene miedo de quedarse sola con el niño, miedo a no poder atender una emergencia o a cuidarlo correctamente.
En estas circunstancias la vida sexual y la alimentación quedan en un segundo plano, y especialmente si el compañero no es sensible a la situación sus acercamientos son vividos con verdadero desagrado. La mujer se siente culpable por no sentir ningún deseo. Y eso, si su compañero no lo respeta, no hace sino aumentar la distancia entre ellos. Aunque considero esta situación es una consecuencia que puede ser normal del puerperio El esperar una recuperación de la líbido es entonces contraproducente, aumentando la presión sobre la madre.
Algunas de las sensaciones que he descrito son normales en un puerperio. Lo grave es que se hagan crónicos o que hagan que la mujer se sienta tan desgraciada como para hundirse. Solo entonces podemos hablar de una depresión postparto.
Hay que acudir a un médico que comprenda bien la psicología del postparto y que aconseje a la pareja para enfrentar la situación y sobre todo, a adaptarse a los cambios necesarios. La farmacología puede llegar a ser precisa en algunos casos de depresión postparto y es fundamental, si la madre da el pecho, que no lo abandone por este motivo, existiendo medicamentos compatibles con la lactancia que deberían ser los recetados. Pero la mayoría de estas depresiones pueden solucionarse con comprensión, apoyo especializado y sobre todo un entorno adecuado.
Los problemas con la lactancia aumentan la desesperación de la madre y en esos casos el acudir a un grupo de apoyo es sumamente beneficioso. Dejar el pecho por la medicación o por las dificultades no suele ser de ayuda, aunque hay veces que llega a suponer una sensación de liberación si la madre no recibe suficiente ayuda.
Antes de la maternidad o cuando está nos sorprende aconsejo reconocerse como puérpera, con necesidades emocionales y organizativas nuevas. Hay consejos que pueden ayudarnos a tener un puerperio feliz. No desestimar su importancia puede ayudar a prevenir o a enfrentar una depresión postparto.

EL ALCOHOL EN EL EMBARAZO PUEDE CAUSAR PROBLEMAS MENTALES EN EL NIÑO

Se ha publicado en la revista Pediatricas en un estudio que señala que el alcohol en el embarazo puede causar problemas mentales en el niño. Incluso unos pocos episodios en los que una mujer bebe cuatro o más copas de alcohol durante el embarazo hacen que el riesgo de que el hijo padezca problemas de salud mental en la niñez aumente.
Las conclusiones publicadas son que los patrones de consumo de alcohol influyen en el riesgo de problemas de salud mental y aprendizaje en la infancia, sea tanto si hay un consumo leve pero continuado como si se ha tratado de esporádicos consumos de más de tres o cuatro bebidas alcohólicas.
Es de destacar que estas relaciones persistieron incluso ante la ausencia de consumo diario de alcohol durante el resto la gestación, siendo sus posibles consecuencias más habituales la aparición de síntomas de hiperactividad.
En conjunto nuestros hallazgos previos sobre los efectos del consumo ocasional de alcohol en el primer trimestre de embarazo parecen señalar que hay efectos importantes sobre la salud mental del niño tanto en contextos de bajo nivel de consumo constante como por episodios ocasionales de borrachera.
El que el alcohol en el embarazo pueda causar problemas mentales en el niño es una razón más que se une a las ya conocidas que desaconsejan tomar ni una copa durante la gestación, al menos como garantía de prevención de los posibles múltiples problemas relacionados con su consumo.

MÁS DE LA MITAD DE LOS PADRES DE NIÑOS HIPERACTIVOS TAMBIÉN LO SON

El síndrome de hiperactividad y déficit de atención es actualmente la patología neuropsiquiátrica más frecuente en la infancia. Una de las claves para su correcto tratamiento es la detección precoz, por eso los padres debemos estar atentos a los signos que pueden indicarnos que nuestro hijo lo padece.
Un sorprendente dato acerca del trastorno lo ha dado a conocer Alberto Fernández, jefe de Neuropediatría del Hospital Quirón de Madrid, en una conferencia de prensa. Ha indicado que más de la mitad de los padres que acuden a la consulta porque sospechan que su hijo padece déficit de atencion e hiperactivdad sufren el mismo trastorno que su hijo.
La causa es que se trata de una enfermedad que obedece a un desequilibrio de las sustancias neuroendocrinas cuyo origen es hereditario en un 85 por ciento de los casos. Aunque parece un trastorno invisible, según la OMS, afecta a un 8% de la población infantil y a un 5% de la población adulta.
Cuando se detecta el síndrome en alguno de los padres, los expertos consideran que es conveniente tratar primero al adulto y luego al niño, pues de esta forma se evitan cuadros de ansiedad familiar y el niño reciben un mayor apoyo de sus padres haciendo que su evolución sea más favorable.
Uno de cada diez niños mayores de 6 años padece síndrome de hiperactividad y déficit de atención, una alteración neurológica que modifica su conducta, pero se estima que un 20% de los niños afectados no son diagnosticados ya que sus síntomas pueden confundirse con una mala conducta infantil u otras patologías.
Es importante acudir a un especialista ante la menor sospecha, ya que si alguno de los padres también lo padeciera, es conveniente recibir tratamiento tanto uno como el otro, para lograr una mejor calidad de vida.